lunes, 18 de febrero de 2008

20 de noviembre, o asin...

Creo que es la primera vez que duermo en un barco de estas características. A las 5,3 a.m. abro el ojo y como no puedo dormir más me subo a cubierta y ¡en buena hora! Porque ver amanecer en la bahía de halong es alucinante. Que cantidad de sensaciones, el silencio, la brisa, la humedad. Carlos ha subido detrás de mí y ya está haciendo fotos. Nos viene a visitar un amigo…
A las 7 a.m ya tenemos agua caliente así que ducha y a desayunar. Nos llevan a la isla más grande de la Bahía, Cat ba. Los cinco pasajeros que haremos noche en la isla somos introducidos en una furgoneta y nos llevan camino de la población donde está el hotel. La ruta nos permite ver que la isla es muy frondosa y verde (nos acordamos de el Hierro). La de caminos que tiene que haber para perderte, pero llegaremos a la conclusión que es muy difícil moverte de una manera autónoma. A mitad de camino paramos y dejando las mochilas en el microbús nuestro guia “nos lleva de excursión” por el parque natural de la isla. Empezamos a subir escaleras absolutamente imposibles que nos llevaran finalmente hasta la parte más alta de la isla ( 330m) El último tramo más que subir trepamos por rocas y al final sudando por todos los poros de mi cuerpo ¡sorpresa! 200 turistas en la cima asfixiados como nosotros (hacía un sol de juticia) mirándonos unos a otros y todos pensando lo mismo… ¡que no suban maaaaas! Pero, subimos a la parte más alta de una torre de forestal y ¡oh! Todo se olvida, el calor, la gente, el cansancio, ahora solo disfrutar de las vistas, de la soledad, del silencio otra vez. Todo merece la pena en este país porque al final siempre hay algo fabuloso.
Una vez en el hotel comemos y por la tarde a encontrar las playas (hay tres ) a cual más bonita. Nos quedamos en la segunda. De camino hemos visto las casas flotantes, son pescadores y también les vemos salir en su barcas a toda la familia. En la playa hay poca gente, nosotros y algún turista más incluidos un grupo de vietnamitas chillones (luego dicen de nosotros)Bañito en el mar de china y vemos oscurecer mientras a Carlos le dan un fantástico masaje. Yo, tan espabilada y prudente como siempre (como ya es tarde) decido dejar lo de los masajes para cuando lleguemos a Hoian. Comenzamos la vuelta por el camino que rodea la costa y vemos y sentimos anochecer (otra vez subidón) La verdad es que la isla nos encanta y no nos hubiera importado quedarnos hasta cansarnos. Por la noche pasamos un rato con una pareja de actores italiano-suizos a los que hemos conocido aquí. Llegamos paseando, dejándonos llevar por una música de percusión y flauta hasta una fiesta, que resulta ser una boda. Vemos desde fuera a los novios de pié y envueltos literalmente en gasas (eso nos parece) fuera están los músicos y los invitados. Un grupo de hombres nos invitan a sentarnos, están bebiendo algo en la calle. Finalmente decimos que no, que gracias. Así terminamos otro día también genial

No hay comentarios: