viernes, 17 de diciembre de 2010

A mi amigo para siempre, Emilio...


La alegría de vivir peligrosamente

Los que son valientes se tiran de cabeza. Buscan todas las

oportunidades de peligro. Su filosofía de vida no es la de las

compañías aseguradoras. Su filosofía de vida es la de un escalador,

un esquiador, un surfista Y no hacen surf sólo en los mares

exteriores, ‑ surfean en sus mares internos. Y no sólo escalan los Alpes

y el Himalaya sino que buscan cumbres internas.

VIVIR peligrosamente es vivir. Si no vives peligrosamente, no vives. La vida sólo florece cuando hay peligro. La vida no florece en la seguridad; sólo florece en la inseguridad.

Si empiezas a tener seguridad, te conviertes en una charca empantanada. Tu energía ya no se mueve. Tienes miedo... porque nadie sabe cómo entrar en lo desconocido. ¿Para qué arriesgarse? Lo conocido es más seguro. Pero después te obsesionas con lo que te resulta familiar. Te hartas de ello, te aburre, te hace infeliz, sin embargo, es familiar y cómodo. Por lo menos ya lo conoces. Lo desconocido te da miedo. Simplemente la idea de lo desconocido te hace sentir inseguro.

Sólo hay dos tipos de personas en el mundo. Las que quieren vivir cómodamente: están buscando la muerte, quieren una tumba cómoda. Y las que quieren vivir: escogen vivir peligrosamente porque la vida sólo prospera si hay algún riesgo.

¿Has escalado alguna vez una montaña? Cuanto más alto escalas mejor te sientes. Cuanto mayor es el peligro de caer, cuanto mayor es el abismo, más vivo estás. Cuando estás entre la vida y la muerte, cuando estás colgando entre la vida y la muerte, no existe el aburrimiento, no existe el polvo del pasado ni el deseo del futuro. El momento presente es muy afilado, es como una llama. Es suficiente: vives en el aquí y ahora.