De las emociones y el ARUN

La rutina diaria me confirma lo que sé desde siempre y lo que me dejo engañar desde siempre.
Vengo con muchas ganas, pero con ese miedillo a que esta vez no sea como las otras, con
cierta expectativa negativa y con todo lo que tengo en mis entrañas filtrado por ella. No sé
cuál es la razón que lo explica ( el fluir de las energías, dicen, o la limpieza de nuestros canales
). Hacemos círculos donde explicamos nuestras experiencias, saltamos por los aires, bailamos
como locos, nos comemos con la mirada, nos empezamos a reir, soltamos, nos dormimos,
intercambiamos conversaciones, sentimos dolores (intensidades), vibramos durante un buen
rato, danzamos con los ojos cerrados, nos tocamos, nos ayudamos, nuestras intenciones se
vuelven más positivas, empezamos a ver a los otros de otra manera más cercana, mezclamos
nuestras energías, nos tocamos, abrazamos y al final del todo….nos amamos.

He conocido a muchos, a otros no. Algunos me han sorprendido con risas espontáneas y
alocadas, otros me han enternecido, otros me ha recordado otros tiempos también hermosos,
con otros he llorado con todas mis fuerzas, otros me han ablandado frente a la camilla, otros
me han escuchado y me han susurrado al oído poemas y estrofas preciosas, otros nos han
hablado con el corazón y la sencillez, con la sabiduría.

Yo iba a este Arún con el corazón envuelto en mis rutinas y salgo con todas esas capas
rasgadas y con el corazón sin proteger para que entréis cuando queráis.

Gracias a todos por hacerme sentir vivo.

Carlos Gómez, "el muchacho"